En el orden de la
evolución universal, -si tal cosa hubiere-, sería razonable pensar en la
evolución del hombre a pollo de granja: pacífico, piando al unísono, bien
alimentado y con un destino único; no se sabe de pollos en pie de guerra. No es
razonable pensar que de alguno o de muchos hombres, sumando sus inspirados instantes,
salga un caballo; la nobleza, el brío, el galope o de la conjunción de todos los
hombres la serena eternidad de un tigre o la nítida belleza de una pantera;
están muy lejos, demasiado lejos; la imaginación no alcanza. No hay planes,
ni proyectos ni esperanzas.
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