Es infinitamente bella, equilibrada y
bondadosa.
Nada le falta o sobra y no tiene ningún defecto. Por eso desde hace mucho tiempo la busco incansablemente y con inquebrantable tenacidad intento acercarme a ella en todo momento.
Declaro que la amo sinceramente, sin
reservas ni limitaciones.
Nada podría apartarme de ella. Digo que ella nunca deja de estar presente en mis pensamientos, controla mis sentimientos y endereza mis acciones.
Es un amor dominante y apasionado, desprendido
y gratuito, lábil y puro.
Es un amor que para consumarse exige una
entrega total.
Me interesa saber todo lo que se ha
dicho y se dice de ella sobre su condición, propiedades y talante.
Me interesa saber de las virtudes,
defectos, capacidades y limitaciones que
le son atribuidos.
Desde hace mucho tiempo con inmoderada
curiosidad examino atentamente libros antiguos o modernos y cuando de alguna manera es mencionada me detengo a
indagar para saber si hay algo nuevo o
distinto o sorprendente o inimaginable que me revele al fin el secreto que me
conduzca a su morada para poseerla íntegramente.
No dudo
en seguirla cuando algún signo me permite vislumbrarla.
Entonces la persigo sin vacilar un
momento. Voy tras ella sin temor, desdeño la prudencia, el poder, la riqueza, postergo la dicha y el bienestar. En mi ansiosa persecución nada puede detenerme… avanzo hasta perderme.
En este afán he comenzado innumerables veces consumiendo el escaso tiempo que me ha sido dado como a todos los hombres y oficio de bohemio, poeta, juez,
filosofo; escritor y lector, guionista, actor y espectador.
Me lastima cuando la incomprensión la
difama.
Me indigna cuando insensato fanatismo, ladino interés o poltrona
ignorancia en su nombre alientan iniquidad, corrupción o incompetencia.Me irrita cuando maldad, ignorancia o paporreta la motejan de ciega, lenta, dubitativa o azarosa, dura o rigurosa.
No sé decir muy bien cuándo por primera vez supe de su existencia ni cómo
surgió y creció el amor que con persistencia me domina.
Intuyo la luz y claridad de su belleza en
la inmensidad de los atardeceres, en el silencio de las noches estrelladas, en
el incansable ir y venir de las olas, en
el irrepetible sonido de la selva, en la sucesión de los días y las noches; creo percibir algo de la perfección y equilibrio que ella domina en tranquilidad que
encuentro en el ritmo de la música, en el metro de la poesía, en el orden de la
norma o en la simplicidad de la estructura matemática; entiendo que de su
bondad inacabable suave y flexible alguna vez dan cuenta los actos de los hombres.
En una época sentí que debía defenderla
y venciendo sombras victorioso entoné cantos alabando su magnificencia, en otra
dediqué todas mis energías a construir un lugar donde albergarla fortificando con
arena en la playa al embate de las olas, luego pensé en comprenderla escarbando
en el lenguaje, escudriñando textos, buscando en la sintaxis la estructura de
los signos.
A su influjo la ardorosa pasión que me
induce a inmoderada acción es sosegada reflexión. ¡Cómo no amarla
irrefrenablemente!.
Lim,
07.02.14